Qué educación superior necesita el país, en el siglo XXI

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Vientos de Agosto
27 Agosto 2023

Mi mensaje es muy simple: más que una generación técnicamente capaz, necesitamos de una generación capaz de cuestionar la técnica. Una juventud capaz de repensar el país y el mundo. Más que gente preparada para dar respuestas, necesitamos de capacidad para hacer preguntas. Mia Couto Los siete zapatos sucios. Apertura del año lectivo en el Instituto Superior de Ciencias y Tecnología de Mozambique (ISCTEM), en marzo de 2005

Situación de la educación superior en el mundo

El año pasado, en el mes de mayo, fue realizada la 3a. Conferencia Mundial de Educación Superior, organizada por la UNESCO. Esta conferencia fue realizada en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y su promesa es la de no dejar nadie atrás y de mirar los Futuros de la Educación. El documento presentado en esa oportunidad, como un documento vivo, para ser desarrollado por cada país, se denomina Más allá de los límites[1].

En esa oportunidad fue revisada la situación actual de la educación superior en el mundo, visando la recuperación post pandemia, además del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, los conflictos armados, las crecientes desigualdades en el mundo y el declive general de la democracia. En estas condiciones, la educación, en todos sus niveles, debiera constituirse en un marco para revertir estas condiciones que ponen en riesgo la supervivencia, la solidaridad y la equidad en el mundo entero, pero para la educación superior, como formadora de líderes y dirigentes alrededor del planeta, representa el desafío del desarrollo del pensamiento independiente, de la reconfiguración de su autonomía y del desarrollo de la investigación sobre temas sociales.

Salmi y Alcalá (1998)[1] señalan que estas presiones, sumadas al uso de las nuevas tecnologías y al desarrollo económico basado en el conocimiento, han planteado ya desafíos importantes para la educación superior, obligando a la educación superior a operar grandes cambios. En los últimos 20 años la población que accede a la educación superior ha ido en constante aumento, como puede verse en la gráfica siguiente, extraída de la página de UNESCO(ver gráfico UNESCO). 

Desafíos para la universidad del siglo XXI

 Aquella universidad de población homogénea, con personas de la misma edad, nivel socio económico y formación de base, ha dado lugar a una población diversa todos esos aspectos, pero también con expectativas diferentes, lo que demanda a las instituciones de educación superior mayor flexibilidad en la formación, ofertas variadas y salidas intermedias. Igualmente, se configura de la educación superior para la educación para toda la vida.

Sin embargo, en el nivel de educación superior, la oferta universitaria sigue siendo una opción conservadora, aquella de la analogía a la torre de marfil.

De acuerdo a Kerr (1982: 152)[2]:

 "Aproximadamente unas ochenta y cinco instituciones establecidas en el Mundo Occidental hacia mil quinientos veinte existen aún hoy con formas reconocibles, con funciones similares e historias ininterrumpidas, incluyendo la Iglesia Católica; los Parlamentos de Irlanda y de Gran Bretaña algunos cantones suizos, y setenta universidades. Reyes que reinan, señores feudales con vasallos, y gremios con monopolios todos han desaparecido. Pero estas setenta universidades, sin embargo, está todavía en el mismo lugar en los mismos edificios, con profesores y estudiantes que hacen casi las mismas cosas, y mantienen una estructura de autoridad que casi no ha cambiado."

En nuestro país este crecimiento se ha dado desde el advenimiento de la democracia, de forma sostenida, aunque su calidad no siempre es la deseada. En los últimos dos años se ha iniciado un diálogo con el sector académico, empresarial y profesional para encarar las reformas educativas pertinentes, pensado ello con un enfoque de reflexión profunda, dialogado y participativo para la construcción de los acuerdos necesarios.

En ese ámbito, es necesaria la discusión desde las leyes que regulan el subsistema de educación superior, integrando los distintos niveles y modalidades de las ofertas educativas. Asimismo, es importante la articulación efectiva entre los organismos de regulación del subsistema, de modo a ganar en eficiencia, efectividad y economía, pero siempre mirando la calidad académica, la equidad en el acceso y una rendición de cuentas social, transparente y responsable como respuesta a la confianza que el Estado le garantiza a las instituciones de educación superior.

Sin embargo, el desafío más grande está en el diálogo social responsable de los diversos actores para la sostenibilidad de los compromisos asumidos. En un subsistema masificado sin condiciones de calidad adecuada, el resultado es que los estándares de formación bajan, depreciando toda la oferta académica preexistente. 

Sincerar el subsistema es necesario, no solo en la cantidad de carreras y programas ofertados, sino también en la pertinencia de dicha oferta para propiciar el desarrollo endógeno del país. Es ese el debate imprescindible, de otra manera, se estaría hipotecando el futuro.



[1] Salmi, J. y Alcalá, G., 1988. Opciones para Reformar el financiamiento de la Enseñanza Superior. Human Development Department. LCSHD Paper series N° 35.

[2] Kerr, C., 1982. The uses of the university (3rd. Ed.). Cambridge, Mass: Harvard University

[1] UNESCO, 2022, Más allá de los límites. Nuevas formas de reinventar la educación superior. Documento de trabajo para la Conferencia Mundial de Educación Superior. 18-20 de mayo de 2022. Accesible en: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000377529?posInSet=1&queryId=f266e361-be62-45a2-a401-c187df5dd3fd